¿Y TÚ? ¿Ya has encontrado el tuyo?¿Eres joven, niño o adulto? ¿Eres buscador inquieto u observador pasivo? ¿Eres…??? No sé quién eres, pero, seas quien seas has llegado hasta aquí y esta familia, la Consolación, te ha abierto las puertas del corazón mostrándote su sentido de la vida. ¿Y TÚ? ¿Ya has encontrado el tuyo?
Ahora te toca a ti, está en tus manos dejar que la vida de otros, y Otro, te cuestione y te impulse a no vivir a medias tintas. ¿Te atreves a dejarte mirar cara a cara? La vida es un don precioso que Dios pone en nuestras manos para vivirlo en plenitud y dar fruto. ¡Haz de tu vida un regalo para los demás!
“Yo diría a los jóvenes: dejaos mirar por Jesús. El que llama no es el cura, ni el obispo ni el Papa, es Jesús. El te está mirando con cariño, te muestra la gente, te muestra la necesidad del pueblo de Dios y le dice “si quieres ayúdame”. Dejaos mirar por Jesús todos los días y confiad, el Señor cuando nos agarra de la mano nunca nos deja solos”. (Entrevista al Papa Francisco, 8 mayo 2014). “En la plaza he visto que hay muchos jóvenes: ¿es verdad esto? ¿Hay muchos jóvenes? ¿Dónde están? A vosotros, que estáis en el comienzo del camino de la vida, os pregunto: ¿habéis pensado en los talentos que Dios os ha dado? ¿Habéis pensado en cómo podéis ponerlos al servicio de los demás? ¡No enterréis los talentos! Apostad por ideales grandes, esos ideales que ensanchan el corazón, los ideales de servicio que harán fecundos vuestros talentos. La vida no se nos da para que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino que se nos da para que la donemos. Queridos jóvenes, ¡tened un ánimo grande! ¡No tengáis miedo de soñar cosas grandes!”. (Audiencia general en la Plaza San Pedro 24 abril 2013)
Motivación Busca un lugar tranquilo y solitario. Respira hondo y toma conciencia de tu propia respiración, del latir de tu corazón. Estás vivo y como criatura creada con amor te detienes ahora para hablar con tu Creador, con el Dios de la Vida. Orar es poner la vida delante de Dios para que Él nos descanse, nos ordene por dentro, nos sane, nos envíe, nos hable, nos libere, nos ame… para lo que El quiera. Cada momento de oración es una oportunidad única para abrir el corazón a los demás y al Dios de la Vida.
Palabra de Dios: Ex 7, 1-12 Moisés cuidaba las ovejas. Un día llegó hasta el monte de Dios llamado Horeb. Allí el ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Moisés miró y se dio cuenta de que la zarza ardía en el fuego, pero no se consumía. Entonces pensó: “¡Qué cosa tan extraña! Voy a ver.” Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba le llamó desde la zarza: – ¡Moisés! ¡Moisés! – Aquí estoy –contestó Moisés. Entonces Dios le dijo: –No te acerques. Y descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado. He visto cómo sufre mi pueblo que está en Egipto. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren. Por eso he bajado para salvarlos; voy a sacarlos de ese país y voy a llevarlos a una tierra grande y buena. Ponte en camino, pues te voy a enviar. Entonces Moisés respondió a Dios: -¿Y quién soy yo para presentarme al faraón y sacar de Egipto a los israelitas? Dios le contestó: –Yo estaré contigo. Comentario a la Palabra de Dios
Moisés siente una atracción hacia la zarza, hacia el misterio y la presencia de Dios en medio de la vida cotidiana. El fuego que no se apaga ni consume la zarza es un claro signo del amor de Dios que atrae, que el amor de Dios no se acaba. Dios llama a Moisés en medio de su trabajo cotidiano, se acerca a su realidad y le transmite su preocupación. Descubrimos un Dios compasivo, empático, cercano… Dios oye la voz de su pueblo que está esclavo en Egipto, oye su grito de dolor, su desconsuelo; oye la injusticia y la marginación y decide auxiliar a su pueblo. Y lo hace a través de un mediador, de un instrumento. Moisés reconoce su pequeñez ante tal llamada y misión. Toda vocación necesita de la gracia, de la fuerza de Dios mismo para hacerla posible. Dios escoge a Moisés para ser portador de consuelo, libertad y esperanza.
Tiempo de silencio personal Vuelve a leer el texto y siéntete protagonista de él, allí donde aparece el nombre de Moisés coloca el tuyo. Deja que Dios te hable en tu interior. Y después pregúntate: ¿reconozco la presencia de Dios en mí día a día?
¿Soy sensible al sufrimiento de la gente? ¿soy capaz de percibir el desconsuelo de los que están cerca? ¿qué tal ando de disponibilidad? ¿soy capaz de entregar mi tiempo, cariño y capacidades en favor de los demás? ¿me siento llamado a llevar la consolación de Dios a los demás?
A la luz de Mª Rosa Molas Seguramente muchas veces Mª Rosa rezaría con este texto del libro del éxodo. Las palabras de Dios: “he oído el clamor de mi pueblo” debieron resonar en su interior hasta empujarla a dar la vida. Vivió con los ojos abiertos a las lágrimas de su gente, con los oídos abiertos a sus gritos de dolor. No huyó del desconsuelo de su gente si no que se acercó como si de tierra sagrada se tratara y les susurró palabras de aliento, les acarició con ternura y les condujo hacia Dios, porque “En el Calvario a los pies de la Cruz se haya todo consuelo”.
Oración final Santa Mª Rosa Molas, ruega al Dios del consuelo por nosotros para que: Nos conceda la valentía y la confianza en Dios que Tu tuviste para estar disponibles al Señor. Nos conceda sensibilidad de corazón que Tú tuviste, para percibir las necesidades de los demás. Nos conceda entrañas de misericordia ante cualquier tipo de miseria humana. Nos conceda el don del discernimiento para conocer la realidad y llevar a ella su consuelo.