05 Mayo 2016
Etapas de la Formación
La formación inicial tiene una importancia vital en la preparación de la persona para su consagración a Dios. De ella depende la comprensión de la propia vocación, la identificación con Cristo en la vida consagrada y la asimilación del carisma y espiritualidad de la Congregación.
ASPIRANTADO:
Es un periodo de discernimiento y acompañamiento previo a la formación inicial (que comprende el postulantado, noviciado y juniorado). Es un momento para conocer y tomar contacto de la realidad de la congregación.
POSTULANTADO:
Es la etapa de formación preparatoria para el Noviciado. De transición entre la vida seglar y la vida religiosa.
La persona continúa su discernimiento vocacional y su formación humano-cristiana. Dura al menos un año, adaptándose a cada caso en particular.
Las postulantes viven en una comunidad apostólica y conocen más de cerca la vida y misión de la Congregación.
NOVICIADO:
El Noviciado es una iniciación progresiva e integral en el seguimiento de Cristo según nuestro Carisma. Se inicia la vida religiosa propiamente dicha haciendo experiencia del estilo de vida de la Congregación, de la comunidad y misión. Es un tiempo de interiorización, oración y formación de vida consagrada, historia y espíritu de la Congregación, que dura 2 años. Cuyo objetivo es el encuentro personal con Cristo, la experiencia profunda de Dios.
Se realiza en la casa-comunidad noviciado. Actualmente localizado en:
- Noviciado de Europa: Valencia (España).
- Noviciado latinoamericano: Distrito federal de México.
- Noviciado de Asia: Manila (Filipinas).
- Noviciado de África: Ouagadougou (Burkina Faso).
JUNIORADO:
Es la última etapa de la formación inicial. Se inicia con la profesión temporal de los votos de pobreza, castidad y obediencia y finaliza con la profesión perpetua. Experimenta la vivencia de los votos y el estilo de vida propio del Instituto. Formación apostólica-carismática. Tiene una duración de entre 6 y 9 años donde cada año renueva sus votos.
PROFESIÓN PERPETUA:
“Hago a Dios, por todo el tiempo de mi vida, los votos de castidad, pobreza y obediencia, en comunión fraterna… para ser instrumento de misericordia y consolación”. Comprende la constante renovación de la vida personal, comunitaria y apostólica de la Hermana de la Consolación como respuesta en fidelidad a la vocación. Es la etapa que llamamos formación permanente porque es un constante compromiso de autoformación y búsqueda continua de la voluntad de Dios que la hermana lleva a cabo con la consagración al Señor de todo nuestro ser.