10 Mayo 2020
HAY UN LUGAR HECHO PARA MÍ
He conocido tantos lugares y todos tan distintos…
La playa, donde el mar parece juntarse con el cielo, expresando una harmonía que solo ellos pueden transmitir. El sonido de las olas, grandes o pequeñas, en tormenta o en calma, acompañado por las gaviotas y los pies deslizándose por la arena.
El bosque, donde parece que la misma naturaleza te envuelve y casi sin quererlo te introduce en su frondosidad. Colores distintos, verdes, amarillos, rojos, marrones,… que hablan de diversidad y de posibilidad de expresión.
Ciudades donde el ruido, muchas veces, no deja espacio al silencio, a la calma. Ciudades donde reina el caos, el conflicto, la rutina. Ciudades habitadas por gente de distintas culturas, pero a veces también, amuralladas. Ciudades donde todo es posible, donde tiene cabida, el trabajo, el ocio y también la soledad.
Lugares… lugares que en definitiva también están en mí. Tengo espacios donde hay armonía, tengo zonas amuralladas y quizás dentro habita el conflicto. Tengo partes que deseo llenar de ruido, para huir del silencio que me ofrece el bosque. Lugares habitados por gente distinta, por la diversidad de dones,…
A todo esto me pregunto y te pregunto: ¿hay un lugar hecho para ti, para mí? Sí, pero no es fácil encontrarlo. Hay que buscar ese sitio en el que uno se sienta feliz con todas sus zonas, las de conflicto, las de silencio, las amuralladas, las de paz o armonía. Un lugar donde sean acogidas y acompañadas las zonas que están en obras y que a veces, también requieren soledad.
Yo he encontrado ese lugar. Ese sitio, para mí, se llama vida religiosa. Es ahí donde percibo que todas mis zonas tienen cabida. Es en la Congregación, en la comunidad, en la misión que se me da, en la relación con otros y con Otro, donde encuentro que ese lugar es para mí.
Hay tantos lugares y todos tan distintos… ¿Cuál es el tuyo?
Thais Mor Puig, nsc