La riqueza que encierra la Parábola del Buen Samaritano, merece que dediquemos varios espacios a contemplarla y saborearla, como “discípulos de Cristo”, confrontarnos con los gestos y actitudes que en ella aparecen en los distintos personajes, y sentir la invitación que Jesús nos hace, aquí y ahora.
FT Nº 63 “Jesús cuenta que había un hombre herido, tirado en el camino, que había sido asaltado. Pasaron varios a su lado pero huyeron, no se detuvieron. Eran personas con funciones importantes en la sociedad, que no tenían en el corazón, el amor por el bien común. No fueron capaces de perder unos minutos para atender al herido, o al menos para buscar ayuda. Uno se detuvo, le regaló cercanía, lo curó con sus propias manos, puso también dinero de su bolsillo y se ocupó de él. Sobre todo, le dio algo que en este mundo ansioso retaceamos tanto: le dio su tiempo (…)”
"Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, tomó el otro lado y siguió. Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, tomó el otro lado y pasó de largo. Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio; pero éste se compadeció de él. Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que él traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: "Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta".
En la parábola aparecen cuatro tipos de personajes: los salteadores, los que pasan de largo (sacerdote y levita), el herido y el samaritano que lo cura y se ocupa de él. El Papa nos lanza una pregunta muy personal, “cruda, directa y determinante, ¿con quién te identificas?, ¿A cuál de ellos te pareces? (FT64)
Es momento para tomarme el pulso, ¿me afecta esta parábola, como historia actual?
Puedo amar al Señor con todo mi corazón y mi alma, pero ¿quién es mi prójimo en mi vida?, tal vez mi vecino?,
¿Y con quiénes soy un buen vecino, un buen samaritano?
El buen samaritano, representa a todas las personas de buena voluntad, que desde cualquier religión o sin ella, ayudan al necesitado, al prójimo, buscan la colaboración de otros. Son los que van más allá de su cultura y nación, se abren a toda la humanidad, al extranjero, el necesitado, al pobre y marginado.
Pero Francisco no se limita a exhortar a curar a los heridos de hoy, sino que propone un cambio global de sociedad para evitar que estos hechos se vayan reproduciendo: luchar contra las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, la falta de trabajo, tierra y vivienda, la prioridad a la vida de todos por encima de la apropiación de bienes de algunos.
Ser buenos samaritanos, desde las posibilidades de cada uno, desde la llamada evangélica a ser hermanos, hijos de un mismo Padre, que deja salir el sol para todos sin distinción”
“Esta parábola es un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano” (FT.67)