CRISTO VIVE “LA ESCUELA, LUGAR PRIVILEGIADO”
“La escuela es un lugar privilegiado para acercarse a los niños y a los jóvenes, para la promoción de la persona”, los que trabajamos en este ámbito lo sabemos. Un lugar privilegiado en el que es inevitable la pastoral de la proximidad, del encuentro personal, del acompañamiento, de la transmisión de valores y también del testimonio. Pero, “la escuela necesita una urgente autocrítica si vemos los resultados de la pastoral de muchas de ellas”. (CV 221)
¿Cómo es la pastoral? ¿Es una pastoral de instrucción religiosa, moralizante? En la escuela, ¿está todo en función de la Misión? Hagamos autocrítica de nuestra tarea evangelizadora. Esta reflexión, no sirve sólo para la educación formal sino también para la no formal. Existen en nuestra diócesis, parroquias, congregaciones religiosas que cuentan con espacios de educación no formal, de tiempo libre.
Una de las mayores alegrías de un educador, un catequista, un formador, un acompañante se produce “cuando se ve que la persona se constituye a sí misma como persona fuerte, integrada, protagonista y capaz de dar”. (CV 221)
La escuela católica es esencial como espacio de evangelización de los jóvenes, escuelas y universidades “en salida”, cuidando “la experiencia del kerigma, el diálogo a todos los niveles, las diferentes disciplinas, el fomento de la cultura del encuentro, la urgente necesidad de “crear redes” y la opción por aquellos que la sociedad descarta y desecha. Se trata de integrar los saberes de la cabeza, el corazón y las manos”. (CV 222)
En las instituciones educativas, no se puede separar la formación espiritual de la cultura, la Iglesia ha procurado siempre espacios donde se promueva la cultura y el derecho a ella, esto significa proteger la sabiduría, un saber humano y que humaniza. La tarea es “responder a los estribillos paralizantes del consumismo cultural con opciones dinámicas y fuertes, con la investigación, el conocimiento y el compartir” (CV 223)