(FT 30) “En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas (..) El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver la esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro”
En estos números del FT que nos ofrece el Papa Francisco, si nos quedamos en una mirada objetiva de la realidad, parece que nos deja con un sentimiento de impotencia: “el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas…”
Nº 22 (FT) “Cuando se respeta la dignidad del hombre y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común”
Este texto del Papa Francisco bien lo podríamos relacionar con aquel pasaje evangélico, en que la multitud que seguía a Jesús, ya varios días, se sentía exhausta, cansada, debilitada… Son los mismos discípulos que se acercan a Jesús y reconocen que debe tenerse en cuenta el cansancio, que necesitan alimentarse… y no tiene más ocurrencia que decir a Jesús, que “los despida”, para que no caigan por los caminos.
CRISTO VIVE “LA ESCUELA, LUGAR PRIVILEGIADO”
“La escuela es un lugar privilegiado para acercarse a los niños y a los jóvenes, para la promoción de la persona”, los que trabajamos en este ámbito lo sabemos. Un lugar privilegiado en el que es inevitable la pastoral de la proximidad, del encuentro personal, del acompañamiento, de la transmisión de valores y también del testimonio. Pero, “la escuela necesita una urgente autocrítica si vemos los resultados de la pastoral de muchas de ellas”. (CV 221)
¿Cómo es la pastoral? ¿Es una pastoral de instrucción religiosa, moralizante? En la escuela, ¿está todo en función de la Misión? Hagamos autocrítica de nuestra tarea evangelizadora. Esta reflexión, no sirve sólo para la educación formal sino también para la no formal. Existen en nuestra diócesis, parroquias, congregaciones religiosas que cuentan con espacios de educación no formal, de tiempo libre.
Una de las mayores alegrías de un educador, un catequista, un formador, un acompañante se produce “cuando se ve que la persona se constituye a sí misma como persona fuerte, integrada, protagonista y capaz de dar”. (CV 221)
La escuela católica es esencial como espacio de evangelización de los jóvenes, escuelas y universidades “en salida”, cuidando “la experiencia del kerigma, el diálogo a todos los niveles, las diferentes disciplinas, el fomento de la cultura del encuentro, la urgente necesidad de “crear redes” y la opción por aquellos que la sociedad descarta y desecha. Se trata de integrar los saberes de la cabeza, el corazón y las manos”. (CV 222)
En las instituciones educativas, no se puede separar la formación espiritual de la cultura, la Iglesia ha procurado siempre espacios donde se promueva la cultura y el derecho a ella, esto significa proteger la sabiduría, un saber humano y que humaniza. La tarea es “responder a los estribillos paralizantes del consumismo cultural con opciones dinámicas y fuertes, con la investigación, el conocimiento y el compartir” (CV 223)