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Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación
Misión Apostólica

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Ámbito socio-sanitario

Los Centros sociosanitarios en los que estamos presentes las Hermanas, son centros que tienen por finalidad principal cuidar y acompañar de forma integral a las personas de nuestra sociedad, especialmente a las más vulnerables y necesitadas.

Ofrecemos una atención humana y humanizante, dotada de calidad y calidez, que cuida todas las dimensiones del ser humano: física, psico-social y espiritual.

Nuestra acción está encaminada a "prolongar la obra evangelizadora de Cristo entre los que padecen cualquier necesidad". Nos inspiramos para ello en el espíritu y carisma de Santa Mª Rosa Molas, nuestra fundadora, que vivió y se desvivió en su atención a las personas mayores, que se acercó al enfermo, al pobre y a cualquier necesitado, viendo en ellos a Jesucristo.
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Hermanas que, junto al personal socio sanitario, en “instituciones con alma” servimos a los más débiles desde nuestra identidad, con la marca de la Consolación, una filosofía y unos principios, pero, sobre todo, la vida diaria, unas relaciones humanas y humanizantes, una forma de convivir… una marca que es garantía de la transformación del mundo por amor; una forma de ser que lo pone todo al servicio de la dignidad de la persona humana como hijos de Dios que somos y hermanos entre nosotros.

Un ver la ancianidad, la enfermedad y discapacidades como algo que afecta a las personas en su totalidad: en su dimensión psicológica, en su dimensión social y en su dimensión espiritual…

Las hijas de María Rosa, como compromiso de vida y existencia, tratamos de vivir en estos centros como nuestra Madre vivió; copiar- en este momento de la historia, sus gestos y actitudes, deseando prolongar la Fe y la entrega a Dios que la impulsaron a actuar... Comunicar a los demás la Misericordia y la Consolación de Dios, compartiendo el sufrimiento de todos aquellos que son víctimas del dolor y la enfermedad, dando nuestro tiempo, fuerzas, descanso… buscando siempre, el servicio a la persona necesitada.

Con entrañas, gestos y palabras, maternales, desde el amor y a través del amor, con una preocupación verdadera por el anciano y el enfermo y una voluntad decidida de buscar su bien.

Y, al mismo tiempo, ayudarles a hacer más llevadera la enfermedad y la ancianidad, “curando” la parte moral y espiritual de las personas, porque esa es la parte de la persona que necesita interés, atención, respeto, cercanía, dignidad, cuidado… amor. Aliviar a los otros desde el interior al interior, no únicamente desde unos remedios curativos, porque lo que alivia las dolencias es la palabra justa, la acogida incondicional, la empatía, la comprensión, la paciencia… Aliviar desde el corazón y con todo el corazón con palabras que infundan fortaleza, ánimo y esperanza; con palabras de fe.