La alegría de ser Consolación hoy en Eslovaquia
Doy gracias a Dios por haberme llamado a nuestra Congregación donde pude experimentar tantas alegrías. Recuerdo con cariňo momentos de fraternidad con las hermanas especialmente en las fiestas. Otros momentos que me vienen a la mente en que yo estaba triste y alguna hermana me ha animado con su palabra o con algún gesto. Qué alegría puede producir un pequeňo gesto realizado desde el corazón...
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Es para mí un gran don ser Hermana de la Consolación Recuerdo que mi cuento preferido se llamaba “El doctor Cito”. Lo leí tantas veces que se rompió la portada, y mi madre la pegó con celo…Luego recuerdo coger animales pequeños (hormigas, alguna mariposa que no volaba, caracoles…) y hacer una “enfermería” con ellos y “curarles”…Con 6 años pensé que mejor que médico era ser azafata, pues volaban y viajaban, y eso me gustaba…pero me enteré que tenían que ser altas y saber idiomas, y esos eran obstáculos para mí, más bien bajita y sin ganas de aprender inglés, así que cambié al futbol…Como mi madre decía que tenía que estudiar, me volví de nuevo a la medicina. Y sí, a los 11 años, estudiando Ciencias Naturales, decidí en firme ser médico, pues el cuerpo humano me fascinaba…¡qué bien organizado, qué maravilla de mecanismos!. Con esa intención estudiaba…hasta que Alguien me cambió los planes en 2º de Medicina.
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El Señor consuela con ternura...
La alegría de ser Consolación
Mi alegría de ser Hna. de Ntra. Sr. de la Consolación, se basa en la Palabra (2 cor.1. 3-4) ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!... Esta experiencia me capacita para vivir en fidelidad dinámica el don del Carisma, que Santa Mª Rosa Molas, por sus ansias de fidelidad a la Iglesia fundó en 1857, y que gracias a Dios y la acción del Espíritu Santo está vivo. “Todo el Instituto queda comprometido en la obra de encarnar en la vida, testimoniar y proclamar el mensaje de la misericordia y la consolación de Dios, revelado en Cristo.” (Const. 53)
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Atraída por la fuerza de tu amor…
Quiero cantar y agradecer la alegría de ser Consolación:
Mi gratitud Señor, por tu fidelidad que a lo largo de tantos años, sigue sosteniendo la mía frágil y débil.
Mi gratitud, al gran don de tu amor que día a día acojo, en la vida que me vas regalando.
Mi gratitud, porque desde antes de nacer, ya era objeto de tus pensamientos, regalándome el don de la vocación.
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La alegría de ser Consolación
«Estad siempre alegres en el señor; os lo repito: estad alegres» (Flp 4, 4).
Doy gracias a Dios por el regalo de sentir en el profundo de mí ser, la alegría de haber vivido muy cerca de tantos Cristos: pobres, perseguidos, sufrientes, gente sencilla, buena…
Pasan por mi mente tantos rostros a los que he escuchado, con respeto y cariño, a los que he acompañado, con los que he llorado y orado. Todos me han regado una profunda alegría, me he sentido consolada por el Dios que los habita.
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LA ALEGRÍA DE SER CONSOLACIÓN...
Consciente de que, por vocación, soy apenas un “INSTRUMENTO DE MISERICORDIA Y CONSOLACIÓN”, siento en mí una profunda alegría y gozo. Con el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, con gratitud y alegría, recibo del Dios de toda Consolación el don de yo, como instrumento, poder consolar a quien esté desconsolado, sea por el motivo que sea. Este es el carisma de la Congregación a la que pertenezco, por gracia de Dios.
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